Encuentro entre un texto y yo

miércoles, febrero 6

Dando vueltas por diferentes blogs encontre este que adjuntaba un texto sacado de la revista La Nación, cuando lo leí me sentí bien de haberme chocado con este texto, ya que a 3 semanas de emepezar a estudiar en un lugar nuevo y empezar con algo diferente, me abrió un poco la mente a cambiar la manera de ver y enfrentar las cosas, mis cosas del día a día. Increible como llegan las palabras a una persona.

En los últimos tiempos se está exagerando un rasgo que caracteriza a la sociedad actual: la compasión que despiertan los niños y jóvenes cuando se les plantea una exigencia o se los enfrenta a un desafío. En general, los padres se escandalizan cuando sus hijos son sometidos a exámenes, por sencillos que sean. En lugar de buscar que las pruebas sean más exigentes para que sus hijos exploren sus posibilidades hasta el límite, se compadecen por lo que interpretan como un esfuerzo ciclópeo (monumental) por parte de las jóvenes “víctimas”.De lo que se trata es de evitar “traumas” a las nuevas generaciones, entre otras razones porque es más cómodo no asumir los problemas que supone sostener la necesidad de la exigencia. El imperativo actual es hacerse querer a toda costa, y la seriedad parecería incompatible con el afecto. En un reciente artículo F. Alberoni señala que “ésta es la primera vez en la historia que una generación llega a la universidad sin haberse enfrentado desde la escuela primaria a una serie progresiva de exámenes, sin haber aprendido a concentrarse, a afrontar los desafíos, a apretar los dientes, a resistir las frustraciones”.Corremos el serio peligro de estar educando para el conformismo, evitando proponer objetivos a ser conseguidos con esfuerzo. Esta compasión por los jóvenes demuestra nuestro profundo desinterés en construirlos como personas. En un mundo que busca crecientemente la satisfacción instantánea de todos los deseos, resulta lógico que se intente eliminar las vallas interpuestas en la obtención del placer. De allí la crisis de la educación, que, por el contrario, es el aprendizaje de la postergación, la experiencia de los esfuerzos que supone alcanzar una meta y de la dedicación y el rigor que ello demanda.Hoy, muchos padres parecen creer que sus hijos son explotados por un sistema injusto –el escolar- que pretende que encaren con seriedad un esfuerzo intelectual. No advierten tampoco que éste es un medio para habituarlos a una manera de enfrentar su vida. Abundan los ejemplos de esta actitud. Incluso en el ámbito universitario se plantea, como razón para disminuir la exigencia, el hecho frecuente de que los alumnos trabajan. En las generaciones que nos precedieron, todos conocimos casos de estudiantes que, trabajando –y no poco tiempo- estudiaron con gran sacrificio y completaron su carrera en el lapso previsto con muy buen rendimiento. El relato de quienes caminaban largas distancias hasta la universidad para ahorrar el costo del transporte está presente en la memoria de muchos de nosotros.En la nota comentada Alberoni convoca a los propios jóvenes a reaccionar ante esta conducta complaciente de sus padres, porque hacerlo es esencial para sus vidas. Les adjudica “la suficiente inteligencia para entender que el sufrimiento, la lucha, los obstáculos, los exámenes, son indispensables para crecer, para fortalecerse, para comprender a los demás y al mundo. No solo refuerzan su voluntad sino que los enriquecen interiormente. Solo quien se ha cansado comprende el cansancio de los demás, solo quien ha sufrido comprende el sufrimiento. La mente crece resolviendo problemas. Es como un músculo que se fortalece trabajando”.Hoy está en crisis esa concepción del poder formativo del trabajo, del valor que el esfuerzo tiene para modelar la personalidad del ser humano. Por esto, tal vez corresponda a los jóvenes reaccionar ante la compasión que les demuestran sus padres y la sociedad actual. Deberían advertir que esta actitud simpática y cómoda, esconde una artera traición al germen de posibilidad humana que se encierra en cada uno de ellos.

Guillermo Jaim Etcheverry"La Nacion” – Domingo 21 de Agosto de 2005 – Revista

Buenos Aires no te extrañé.

Luego de haber andado durante 20 días visitando un par de sitios de la Costa Atlántica Argentina, vuelvo a Buenos Aires sin un gramo de imaginacion, a esto se le suman las ganas de no hacer nada, osea de no pensar, eso me lleva decir que mi blog corre serios riesgos de extinción. A pesar de haber visto un ritmo digamos muy lento en la gran mayoria de los blogs que chusmeo, admito que no es lindo no poder nutrir su propio blog, con cualquier cosa, desde algo que me haya pasado mientras vacacionaba, o algun dato anecdótico de mi regreso. No, nada de eso es potable para escribirlo, o simplemente no quiero aburrir a nadie.
Solo cabe agregar que antes de ayer, fue un día raro, ya que me lesioné varias veces en el día, y cuando éste ya estaba llegando a su fin (previo a mis clases de mat con seba) se me para un, llamemoslo, Señor Loco, que comenzó a hablarme de su vida, a todo esto mi falta de atención al Señor Loco era infinitamente calculable, pero no pareció importarle y pensé "Lo voy a escuchar, quizás su locura me saque una sonrisa en este día agoviante". Luego de varias vueltas al palo que sostenía la parada del 60, se decide y me habla. y textualmente me dice "Yo me voy a ir a vivir a Inglaterra, ahora la semana que viene, pero no vuelvo mas, bueno en realidad voy a volver con mi esposa y mis hijos, que todavia no los tengo, pero si de viejo voy a venir a la Argentina, me voy a quedar allá mucho tiempo". A todo esto yo no sabía si dalre la razón, hacer como que le creía o reirme (sentía que estaba viendo en vivo y en directo policías en acción cuando encuentra a algun loco, como el rata, y el que pintaba una camioneta que era muy muy similar a la Mona Gimenez). Se retira, a los dos minutos vuelve, yo sorprendida pensando con que saldría ahora este Señor, y me pregunta "¿Vos sos israelí, no?" Me sorprendí con su pregunta, me reí le contesté, "No, no soy argentina", me discutio 10 minutos , diciendome que estaba equivocada que era israeli, que mis padres argentinos no eran biologicos sino que me adoptaron en su viaje a Israel (?) Nosé si por desgracia o por suerte llegó su colectivo, su destino: Tigre. Es lo único verídico de todo lo que dijo durante los 20 minutos que estuve esperando el 60 ALTO.

 
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